¿Qué es eso de las ciudades inteligentes (smart cities)? Las ciudades intentan ser cada vez más eficientes. Para ello, buscan ofrecer mejores servicios en todas las facetas cotidianas; equipamientos públicos, atención al ciudadano, telecomunicaciones, agua, energía, seguridad, transportes, edificaciones inteligentes residenciales, de oficinas y comerciales, etc..
Todo ello con el fin de mejorar la vida diaria y futura de los ciudadanos. Para lo que hay que tener siempre presentes tres pilares fundamentales; la calidad del servicio, el respeto al medioambiente y el uso de recursos renovables. A todo esto es a lo que hoy en día se le denomina smart city, que más bien debería denominarse ciudad eficiente o ciudad sostenible.
Como hemos señalado, uno de los pilares es el uso de recursos renovables, que, en concreto, para la generación de energía, podría incluir cualquiera de las alternativas en este campo, y que principalmente son; la energía solar, la energía geotérmica, la energía eólica y la biomasa. En el caso de la energía solar, ya estamos viendo que tiene una aplicación muy directa en las ciudades, ya que incluso se exige en todos los proyectos de edificios de nueva construcción; especialmente la termosolar, cuya relación rendimiento-coste es excelente; y en menor medida la fotovoltáica que debería aún mejorar dicha relación. Además, la adaptabilidad de los captadores solares es sencilla, aun ya construido el edificio.
En el caso de la energía geotérmica, se trata de una tecnología bastante compleja, que requiere de estudios en profundidad para su diseño y mayores inversiones. Aunque, lentamente, cada vez se tiene más en cuenta como opción de energía renovable, incluso en ciudades. Ya existen ejemplos de edificios de nueva construcción o reformados en los que se aprovecha la energía geotérmica a través de las cimentaciones.
La energía eólica realmente no ha entrado todavía en las ciudades. Técnicamente, la opción de los conocidos molinos de palas no es viable por los problemas obvios que conlleva la presencia de edificios como obstáculo para el flujo del viento. Pero existe lo que se llaman molinos verticales que sí se están empezando a instalar en algunas urbes. Sobre todo en zonas públicas, combinando otras funciones como las de alumbrado o de ornamentación. Evidentemente su capacidad de generación es limitada, pero suficiente para ayudar, por ejemplo, al alumbrado público.
En cuanto a la biomasa, como generador de energía térmica, ofrece una relación coste-rendimiento de combustible muy buena. Sin embargo, una caldera de biomasa puede ser un elemento negativo a considerar desde el punto de vista bioclimático; y es que, aunque su balance de CO2 es neutro, sus humos de combustión emiten partículas en suspensión y otros gases contaminantes.
En zonas rurales este tipo de emisiones contaminantes son secundarias. Además, el origen vegetal u orgánico del combustible está vinculado al campo, lo que lo hace idóneo para estas zonas. Pero esta tecnología tiene un mayor perjuicio en las ciudades, donde el entorno está, de por sí, contaminado por el tráfico y otras fuentes emisoras de sustancias contaminantes. En conclusión; debemos pensarnos dos veces la opción de utilizar la biomasa en zonas urbanas. O tenemos claro y se garantiza una emisión de contaminantes debidamente filtrada y reducida, o si no, es preferible utilizar tecnologías de combustibles más limpias.